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Jaime Obando Moore deja una huella imborrable en Saltillo.

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Adiós a don Jaime Obando Moore

Por Gibrán Valdez

Publicado el domingo, 19 de enero del 2020 a las 11:20

Saltillo, Coah.- Las sonrisas que en vida les robó Jaime Obando Moore a sus amigos y familiares con sus grandes bromas nunca se podrán borrar. Amable, carismático, solidario, jovial y con mucho sentido del humor, son algunas de las características que guardarán en su memoria los seres queridos de este empresario y visionario que echó raíces a principio de los años 80 en nuestra ciudad y que este martes 14 de enero al mediodía falleció a los 76 años, luego de darle una aguerrida batalla al cáncer de hígado que le aquejaba desde hace tres años.

A través de su incansable trabajo al frente de la Agencia Corona en la región por más de tres décadas, Jaime Obando tocó cientos de vidas de sus clientes y de personas de la comunidad que acudían a pedir su apoyo como patrocinador de un evento, o su ayuda para alguna causa social, pues nunca escatimaba en dar más de lo que le solicitaban, ya que como recordó su compadre y amigo muy cercano, Lalo Hernández, “su puerta siempre estaba abierta y él siempre estaba dispuesto a tender la mano”.

Aunque don Jaime nació el 22 de abril de 1943 en un poblado al norte de Veracruz cerca del Río Pánuco, la mayor parte de su vida se la pasó en otros estados del país por sus estudios y su trabajo, ya que de chico vivió en la Ciudad de México, lugar donde estudió la licenciatura en Administración de Empresas.

Por su labor en la Cervecería Modelo, don Jaime radicó en distintas partes de la República Mexicana, para finalmente llegar procedente de Sinaloa a Saltillo en 1982 junto a Gaspar Pozo, con quien se ocuparía de la dirección de la Agencia Corona en la ciudad, que en ese entonces estaba a cargo de la familia Gómez Garza.

Un par de años más tarde, Gaspar fue requerido para atender la filial de la marca en la Comarca Lagunera, dejando la tarea de posicionar los productos de esta compañía en la Región Sureste del estado a Jaime Obando, donde tenía un gran dolor de cabeza llamado Carta Blanca.

No obstante, este visionario director puso de manifiesto sus grandes dotes de negociante, “cuando él estaba encargado de la Corona aquí en la zona, tenía la enorme cualidad de hacer que su producto compitiera contra la Carta Blanca, que estaba muy fuerta acá, lo conocí muy ‘luchista'”, indicó el empresario Víctor Mohamar Abugaber, quien además de compartir su amistad, fue su consuegro gracias a la relación que mantienen Víctor Mohamar Servin y Denise Obando Valdez.

En ese sentido, Mohamar Abugaber estimó que el 90% de los puntos de venta y centros de distribución de los productos de esta reconocida cervecería a nivel nacional en Saltillo, son fruto y herencia del esfuerzo de Jaime Obando, quien apoyaba desde esa posición a los emprendedores que iniciaban sus negocios en este giro, activando así la economía de la zona.

“El mejor legado que dejó Jaime fue transformar la ciudad a través de su trabajo, otorgando facilidades para que la ciudad creciera a través de los emprendedores de negocios a los que apoyaba con una visión de dirigir la ayuda de la empresa a las personas correctas”, apuntó su amigo Armando Rivera.

 

Un hombre muy amoroso

Al arribar a la capital coahuilense, Jaime llegó desde Sinaloa con su esposa Denise Valdez. Primero vivieron en la colonia Guanajuato, luego en Ramos Arizpe, después en la República y finalmente en Las Huertas, al norte de la ciudad, sitios en los que se desarrollaron sus cuatro hijos: Jaime, Denise, Romina y Jaime Antonio.

Asimismo, su hijo mayor que radica en la ciudad de Seattle en Estados Unidos, le dio alegría a su padre en sus dos nietas, Regina y Marifer, igual que Denise, con sus pequeños Víctor, Paulina y Rodrigo.

Por lo anterior, Marco Gómez, quien conoció a Jaime desde que llegó a Saltillo, afirma que “siempre fue una buena persona, excelente amigo y padre de familia, un hombre que tenía todas las bondades y se daba a querer mucho”.

En el mismo sentido, Armando Prado reconoció en él a “un hombre de grandes y calladas virtudes, de inteligencia profunda y sentido práctico, con ideas claras, enorme capacidad de trabajo y valores firmes”.

Por eso, su consuegro Víctor Mohamar recalcó que la mejor herencia que Jaime deja es su ejemplo de vida a sus hijos y nietos, sobre cómo conquistar el futuro y cultivar amistades.

En esto último también coincide Francisco Gamiz, quien mencionó que para él era un hermano y recordó que en una ocasión, cuando salieron a comer, se dio cuenta que los saltillenses lo estimaban mucho.

“Mucha gente lo conocía por su trabajo, él mantenía mucho contacto con la gente y ellos decían que les ayudaba mucho, por eso su amistad es lo que más se va a extrañar”, reiteró, mientras Lalo Hernández enfatizó que “en su trato siempre muy cálido, muy amoroso con toda la gente y muy solidario”.

Queda un vacío imposible de llenar

Para Luis Felipe Hernández, don Jaime Obando fue un ser humano en toda la extensión de la palabra, dedicado a su trabajo y capaz de generar una armonía entre sus responsabilidades y las actividades extralaborales que más satisfacción le generaban.

“Lo conocí en el ámbito de los negocios y de ahí cultivamos una amistad gracias a su enorme sentido del humor, era una persona muy empática y en las conversaciones siempre tenía algo que comentar, entre la seriedad y la broma”, explicó.

En el caso de Lalo Hernández, más que su amigo y su compadre, Jaime era su hermano, incluso así presentaban ambos con sus conocidos, llegando a ser tan grande esta relación que los hijos de cada uno llamaban tío al otro.

“Era un gran ser humano, muy cálido, siempre alegre y fiestero, a todos ponía apodos por su gran carisma, muy cariñoso y siempre al pendiente de sus hijos”, destacó.

Por lo mismo, estos saltillenses coinciden en que la partida de Jaime Obando es una pérdida irreparable para toda la ciudad, pues además de su ímpetu en el trabajo que lo caracterizaba, también se trata de un hombre totalmente fuera de serie.

“Quedará ese enorme hueco para la siguiente reunión, realmente se va a sentir la ausencia de una de las partes que siempre estuvo ahí, ahora habrá un asiento vacío y ya se comienza a sentir”, señaló Víctor Mohamar Abugaber.

“Fue un tipo de luz, extraordinario, un amigo al que aprendí a querer más que a un hermano”, enfatizó Lalo Hernández, quien conoció muy bien a Jaime gracias a una amistad de 37 años que inició cuando ambos fueron vecinos en Ramos Arizpe.

Por todo esto, la vida y obra de Jaime Obando Moore quedarán en Saltillo como una huella que no se podrá borrar, pues no solo detonó la actividad en la región a través de sus proyectos empresariales, también tocó la vida de cientos de saltillenses a los que en más de una ocasión les arrebató una sonrisa con su gran carisma y sentido del humor.

Frases

“Fue un excepcional amigo que te ayudaba en lo que uno necesitaba y él podía, una amistad singular, trataba de ser empático con todos y así lo hacía”, Armando Rivera.

“Fue una excelente persona, en alguna ocasión salimos a comer mucha gente lo saludaban y decían que les ayudaba mucho”, Francisco Gamiz.

“Lo que deja a su familia es la forma de cultivar amistades que él tenía, esa huella es la mejor enseñanza porque veían en él esa integridad y carisma”, Víctor Mohamar Abugaber.

“Siempre guiado por sus ideales y congruente entre el pensar, el decir y el hacer, dedicándole tiempo a las personas que quería”, Armando Prado.

“En el trabajo deja un legado de dedicación, fue un gran ser humano, una persona fuera de serie”, Luis Felipe Hernández.

“Donde quiera manifestaba su don de amistad, su alegría, con todo mundo, el trato lo tenía parejo, no había diferencia”, Marco Gómez.

“Lo que más se le va a extrañar es su amistad incondicional, él fue de esos que se quitan la camisa por los amigos”, Lalo Hernández.

 

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